Parece un día más, parece que todo es igual. No es así. Me siento frente a la computadora y reviso la cartelera, no quiero perderme esta cinta. Es algo que me motiva, las historias de terror para adolescentes. El horario es perfecto seis de la tarde. Voy sola… no, mejor invito a mis padres. Por supuesto les fascina este género, ellos me enseñaron a ver esta clase de películas. Les marco, contestan, la respuesta es sí. Los cito en la parada a las cinco de la tarde. Llegan y comienza la travesía.
Le dijo al taxi: ¿joven cuánto me cobra a galerías? Él responde: sesenta pesos, señorita. Mis papás y yo nos subimos. Platicamos en el camino de cosas del día a día. Todo el trayecto no paramos de platicar. El único que se queda callado es mi papá. Siempre he dicho que los hombres que yo he conocido hablan poco. Mi papá sólo comenta algo de vez en vez. El taxi nos deja en la entrada, le pago y le doy las gracias.
Lentamente caminamos hasta llegar a la escalera eléctrica. La platica continúa, que si mi hermano, que mi hermana sale tarde del trabajo, que mi otra hermana le habla a diario, etc. Con esa conversación llegamos a la taquilla, le pregunto a la señorita por la función. Ella me da a escoger los asientos, lo hago con energía porque realmente me entusiasma ver la película. Lo único malo fue que la escogí en idioma español, a mis papás no les gusta leer los subtítulos, o más bien como ya están grandes y se cansan de la vista. Yo prefiero ver las películas en su idioma original. Pero no importa, aún así estoy con ansias de entrar.
Con boletos en mano, vamos a comprar unas palomitas y refrescos. Siempre mi familia ha dicho: cine sin palomitas no es cine, y creo que me quedé con esa frase. En la dulcería nos atienden muy rápido porque casi no hay gente. Es la última semana de vacaciones y estoy segura de que los padres están más preocupados por los útiles escolares que por entretener a sus niños.
Nuestro pedido está listo, tomamos servilletas y nos dirigimos a nuestra sala. El joven nos recibe con una sonrisa, toma nuestros boletos, los rompe y dice: que se diviertan. Le agradecemos y seguimos, jalamos la puerta, paso lento pero seguro. La oscuridad nos cubre por cuestión de minutos. Los ojos se acostumbran a esa luz mientras llegamos a nuestros lugares. Empieza la cinta, veo el bote de palomitas y llevamos la mitad. Esos quince minutos de cortos son para acabar con lo que compramos e ir por más, estrategia de ventas.
La luz tenue que tiene el cine desaparece porque el momento esperado da inicio. Al principio cuando veo la pantalla siempre mis sentidos están atentos a todo, los chavos que platican, el crujir de las palomitas en la boca de las personas. El subir y bajar de aquellos que llegaron tarde o el que se le olvida ir al baño. Cuando una película me atrae todo desaparece es como bailar, al momento de que la música iniciaba todo se esfuma.
Empieza, avanza y todo el entorno se evapora. Mi aventura comienza y yo estoy en la historia. Es una clásica película con elementos funcionales. Los muchachos de los suburbios que viven una aventura como Los Goonies o Stranger Things, pero en Historias de miedo para contar en la oscuridad le agregan otros elementos. Aunque sé que es una formula que se ha utilizado una y otra vez pues funciona bien y como dijo Neil Gaiman puedes tomar una historia ya creada y darle un twist, puedes tomar un clásico y transformarlo. Imagina si Peter Pan fuera malo y en vez de llevar a los niños aun mundo de fantasía los llevara a un mundo de terror. Hay muchas historias que han funcionado y se basan en otras, es un ejercicio muy bueno que te ayuda a crear.
Es Halloween y un grupo de amigos sale a pedir dulces, es su última vez porque el tiempo no perdona y ellos crecerán. Pero como It, Eso, en el libro de Stephen King son niños con problemas y por supuesto en el desarrollo de la historia lo tienen que resolver. El malo es un adolescente perturbado.
La historia están simple y ha sido contada por Hollywood una y otra vez, pero los detalles la hacen especial. Los chicos van a una casa embrujada, ellos cuentan la leyenda de una niña llamada Sarah que vivió ahí, ella había sido encerrada porque tenía alguna clase de deformidad. Molesta del encierro les contaba a otros niños a través de los muros historias de miedo, al poco tiempo los niños desaparecían. La leyenda dice que si repites las historias lo suficiente se convertirán en realidad.
Stella y sus amigos se embarcan en un mundo de terror al pedirle a Sarah que les cuente una historia de miedo. Se apropian de un libro y las historias empiezan a escribirse solas; como: el espantapájaros que se apropia de la vida de un maquiavélico adolescente. El dedo perdido de un muerto se convierte en la muerte de otro cuando se lo come por accidente. Un simple barro de la cara es el terror de una chica que la hace perder el juicio. La aparición de un ser extraño que se alimenta de aquellos que le temen. Historias que se cuentan detrás de las paredes escritas con sangre son historias que jamás se olvidarán.
El tema principal de la película es: las personas diferentes no son aceptadas en una sociedad tan establecida. También existen otros subtemas como la inmigración, el bullying, el acoso, la guerra de Vietnam entre otros. Guillermo del Toro es el guionista y deja plasmado su visión de principio a fin. Una cita gótica que te llevará a lugares fantásticamente terroríficos.
¿Qué historia de miedo contarás tú?
Parece un día más, parece que todo es igual. No es así. Me siento frente a la computadora y reviso la cartelera, no quiero perderme esta cinta. Es algo que me motiva, las historias de terror para adolescentes. El horario es perfecto seis de la tarde. Voy sola… no, mejor invito a mis padres. Por supuesto les fascina este género, ellos me enseñaron a ver esta clase de películas. Les marco, contestan, la respuesta es sí. Los cito en la parada a las cinco de la tarde. Llegan y comienza la travesía.
Le dijo al taxi: ¿joven cuánto me cobra a galerías? Él responde: sesenta pesos, señorita. Mis papás y yo nos subimos. Platicamos en el camino de cosas del día a día. Todo el trayecto no paramos de platicar. El único que se queda callado es mi papá. Siempre he dicho que los hombres que yo he conocido hablan poco. Mi papá sólo comenta algo de vez en vez. El taxi nos deja en la entrada, le pago y le doy las gracias.
Lentamente caminamos hasta llegar a la escalera eléctrica. La platica continúa, que si mi hermano, que mi hermana sale tarde del trabajo, que mi otra hermana le habla a diario, etc. Con esa conversación llegamos a la taquilla, le pregunto a la señorita por la función. Ella me da a escoger los asientos, lo hago con energía porque realmente me entusiasma ver la película. Lo único malo fue que la escogí en idioma español, a mis papás no les gusta leer los subtítulos, o más bien como ya están grandes y se cansan de la vista. Yo prefiero ver las películas en su idioma original. Pero no importa, aún así estoy con ansias de entrar.
Con boletos en mano, vamos a comprar unas palomitas y refrescos. Siempre mi familia ha dicho: cine sin palomitas no es cine, y creo que me quedé con esa frase. En la dulcería nos atienden muy rápido porque casi no hay gente. Es la última semana de vacaciones y estoy segura de que los padres están más preocupados por los útiles escolares que por entretener a sus niños.
Nuestro pedido está listo, tomamos servilletas y nos dirigimos a nuestra sala. El joven nos recibe con una sonrisa, toma nuestros boletos, los rompe y dice: que se diviertan. Le agradecemos y seguimos, jalamos la puerta, paso lento pero seguro. La oscuridad nos cubre por cuestión de minutos. Los ojos se acostumbran a esa luz mientras llegamos a nuestros lugares. Empieza la cinta, veo el bote de palomitas y llevamos la mitad. Esos quince minutos de cortos son para acabar con lo que compramos e ir por más, estrategia de ventas.
La luz tenue que tiene el cine desaparece porque el momento esperado da inicio. Al principio cuando veo la pantalla siempre mis sentidos están atentos a todo, los chavos que platican, el crujir de las palomitas en la boca de las personas. El subir y bajar de aquellos que llegaron tarde o el que se le olvida ir al baño. Cuando una película me atrae todo desaparece es como bailar, al momento de que la música iniciaba todo se esfuma.
Empieza, avanza y todo el entorno se evapora. Mi aventura comienza y yo estoy en la historia. Es una clásica película con elementos funcionales. Los muchachos de los suburbios que viven una aventura como Los Goonies o Stranger Things, pero en Historias de miedo para contar en la oscuridad le agregan otros elementos. Aunque sé que es una formula que se ha utilizado una y otra vez pues funciona bien y como dijo Neil Gaiman puedes tomar una historia ya creada y darle un twist, puedes tomar un clásico y transformarlo. Imagina si Peter Pan fuera malo y en vez de llevar a los niños aun mundo de fantasía los llevara a un mundo de terror. Hay muchas historias que han funcionado y se basan en otras, es un ejercicio muy bueno que te ayuda a crear.
Es Halloween y un grupo de amigos sale a pedir dulces, es su última vez porque el tiempo no perdona y ellos crecerán. Pero como It, Eso, en el libro de Stephen King son niños con problemas y por supuesto en el desarrollo de la historia lo tienen que resolver. El malo es un adolescente perturbado.
La historia están simple y ha sido contada por Hollywood una y otra vez, pero los detalles la hacen especial. Los chicos van a una casa embrujada, ellos cuentan la leyenda de una niña llamada Sarah que vivió ahí, ella había sido encerrada porque tenía alguna clase de deformidad. Molesta del encierro les contaba a otros niños a través de los muros historias de miedo, al poco tiempo los niños desaparecían. La leyenda dice que si repites las historias lo suficiente se convertirán en realidad.
Stella y sus amigos se embarcan en un mundo de terror al pedirle a Sarah que les cuente una historia de miedo. Se apropian de un libro y las historias empiezan a escribirse solas; como: el espantapájaros que se apropia de la vida de un maquiavélico adolescente. El dedo perdido de un muerto se convierte en la muerte de otro cuando se lo come por accidente. Un simple barro de la cara es el terror de una chica que la hace perder el juicio. La aparición de un ser extraño que se alimenta de aquellos que le temen. Historias que se cuentan detrás de las paredes escritas con sangre son historias que jamás se olvidarán.
El tema principal de la película es: las personas diferentes no son aceptadas en una sociedad tan establecida. También existen otros subtemas como la inmigración, el bullying, el acoso, la guerra de Vietnam entre otros. Guillermo del Toro es el guionista y deja plasmado su visión de principio a fin. Una cita gótica que te llevará a lugares fantásticamente terroríficos.
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