A veces creemos que los errores son malos. La realidad es que sin ellos no mejoraríamos. Pero en ocasiones no somos conscientes de ellos. Así que te menciono algunos, para que puedas avanzar.
¡Qué pasa!, se mueven los tiempos y tú no te das cuenta. De repente escribimos como hablamos.
en el siguiente diálogo te muestro un error.
- Hola amiga, te espero en la estación de autobuses - Ella estaba hablando por teléfono, mientras pone sus maletas en el suelo.
- Allí te veo - contestó Ariadna.
Aquí los tiempos se mueven de presente a pasado. Dentro del diálogo existe un error y es cuando ella contesta (Allí te veo) cuando realmente la verá en un futuro. El narrador tiene otro error (estaba hablando/pone) la conjugación del primer verbo está en pretérito imperfecto continuo y el segundo está en presente. Lo correcto sería:
- Hola amiga, te espero en la estación de autobuses -Ella estaba hablando por teléfono, mientras puso sus maletas en el suelo.
- Allí te veré -contestó Ariadna.
Si deseas que el narrador cuente todo en presente, quedaría de esta manera:
- Hola amiga, te espero en la estación de autobuses - Ella habla por teléfono, mientras pone sus maletas en el suelo.
- Allí te veré -contesta Ariadna.
Julio Cortázar juega con los tiempos verbales, en su cuento Las babas del Diablo. Revisa esta historia.
Es muy divertido jugar con los diferentes puntos de vista, pero es necesario entenderlos para que no caigas en cosas inverosímiles.
La primera persona (yo) nos permite narrar desde dentro del personaje mismo: podemos expresar sus pensamientos más íntimos, sus sentimientos, el porqué y el cómo de sus acciones.
Te dejo este fragmento del Diario de Ana Frank:
“El domingo por la tarde festejamos mi cumpleaños. Rin-tin-tín gustó mucho a mis compañeros. Me regalaron dos broches, una señal para libros y dos libros. Ahora quisiera contar algunas cosas sobre las clases y el colegio, comenzando por los alumnos. Betty Bloemendaal tiene aspecto de pobretona, y creo que de veras lo es, vive en la Jan Klasenstraat, una calle al oeste de la ciudad, que ninguno de nosotros sabe dónde queda. En el colegio es muy buena alumna, pero sólo porque es muy aplicada, pues su inteligencia va dejando que desear. Es una chica bastante tranquila. ” - Diario de Ana Frank
La segunda persona poco usada en la Antigüedad, pero más frecuentemente en nuestros días, la segunda persona (tú) es como un desdoblamiento de la primera persona. Puede resultar, incluso, más íntima que aquella, porque parece que el narrador se habla a sí mismo; parecería entablarse un diálogo-monólogo del personaje consigo mismo.
Fragmento Aura de Carlos Fuentes:
“Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recámara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Sólo falta tu nombre. Sólo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero. Se solicita Felipe Montero, antiguo becario en la Sorbona, historiador cargado de datos inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares, novecientos pesos mensuales. Pero si leyeras eso, sospecharías, lo tomarías a broma. Donceles 815. Acuda en persona. No hay teléfono. ” — Aura de Carlos Fuentes
La tercera persona (él, ella, ellos, ellas) ha sido, durante siglos, la más utilizada para contar todo tipo de relatos, desde los grandes poemas épicos hasta fábulas y novelas. El narrador en tercera persona puede estar más o menos alejado de los personajes y de la historia
Fragmento Momo de Michael Ende:
“En los viejos, viejos tiempos cuando los hombres hablaban todavía muchas otras lenguas, ya había en los países ciudades grandes y suntuosas. Se alzaban allí los palacios de reyes y emperadores, había en ellas calles anchas, callejas estrechas y callejuelas intrincadas, magníficos templos con estatuas de oro y mármol dedicadas a los dioses; había mercados multicolores, donde se ofrecían mercaderías de todos los países, y plazas amplias donde la gente se reunía para comentar las novedades y hacer o escuchar discursos. Sobre todo, había allí grandes teatros. Tenían el aspecto de nuestros circos actuales, sólo que estaban hechos totalmente de sillares de piedra. Las filas de asientos para los espectadores estaban escalonadas como en un gran embudo. Vistos desde arriba, algunos de estos edificios eran totalmente redondos, otros más ovalados y algunos hacían un ancho semicírculo. Se les llamaba anfiteatros. ” — Momo de Michael Ende
• El tesoro de las palabras
El libro de Guijosa e Hiriart, Taller de escritura creativa, del que he tomado varias ideas para este texto, menciona que hay que ampliar el vocabulario. Para esto existen diccionarios de sinónimos, mexicanismos etc. Es indispensable que los tengas en casa. De esta manera puedes tomar vuelo y dejarte llevar a las profundidades de esas palabras maravillosas que enriquecerán tu historia. Curarán esa graciosa enfermedad de repetir las palabras una y otra vez.
Otra cosa en la que debes de tener mucho cuidado, es escribir con palabras demasiado rebuscadas. Lo único que ocasionarás es poca fluidez, ¡úsalas!, pero con precaución y en el momento que de verdad se requiera. Parece complicado, pero es cuestión de práctica.
• El detalle
“Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre” Este cliché queda perfecto, ya que si atiborramos de detalles, el lector se perderá en ese mar. Pero si lo balanceamos quedará perfecto.
Las oraciones muy largas pueden hacer que utilices demasiados verbos pero qué crees, el sujeto puede perderse y de esta manera no se entenderá tu oración. Realiza oraciones simples. Recuerda lo básico, sujeto/predicado y sus componentes. Después saltarás a las oraciones coordinadas y subordinadas.
Utiliza lo menos posible los clichés “Más negro que la noche, en bocas cerradas no entran moscas etc.” Piensa cómo lo podré decir, de que otra manera se lo transmitiré a mi lector. Trata de que tu punto de vista fluya, apóyate en las figuras literarias.
Recuerda si deseas hacer un pozole, tienes que saber cuales son los ingredientes y ponerlos de manera balanceada. Si le pones mucho de todo sabrá asqueroso. Es lo mismo con la escritura. Así que… paciencia, el aprendizaje es progresivo y tú tienes tu tiempo y tu espacio en este gran universo.
A veces creemos que los errores son malos. La realidad es que sin ellos no mejoraríamos. Pero en ocasiones no somos conscientes de ellos. Así que te menciono algunos, para que puedas avanzar.
¡Qué pasa!, se mueven los tiempos y tú no te das cuenta. De repente escribimos como hablamos.
en el siguiente diálogo te muestro un error.
- Hola amiga, te espero en la estación de autobuses - Ella estaba hablando por teléfono, mientras pone sus maletas en el suelo.
- Allí te veo - contestó Ariadna.
Aquí los tiempos se mueven de presente a pasado. Dentro del diálogo existe un error y es cuando ella contesta (Allí te veo) cuando realmente la verá en un futuro. El narrador tiene otro error (estaba hablando/pone) la conjugación del primer verbo está en pretérito imperfecto continuo y el segundo está en presente. Lo correcto sería:
- Hola amiga, te espero en la estación de autobuses -Ella estaba hablando por teléfono, mientras puso sus maletas en el suelo.
- Allí te veré -contestó Ariadna.
Si deseas que el narrador cuente todo en presente, quedaría de esta manera:
- Hola amiga, te espero en la estación de autobuses - Ella habla por teléfono, mientras pone sus maletas en el suelo.
- Allí te veré -contesta Ariadna.
Julio Cortázar juega con los tiempos verbales, en su cuento Las babas del Diablo. Revisa esta historia.
Es muy divertido jugar con los diferentes puntos de vista, pero es necesario entenderlos para que no caigas en cosas inverosímiles.
La primera persona (yo) nos permite narrar desde dentro del personaje mismo: podemos expresar sus pensamientos más íntimos, sus sentimientos, el porqué y el cómo de sus acciones.
Te dejo este fragmento del Diario de Ana Frank:
“El domingo por la tarde festejamos mi cumpleaños. Rin-tin-tín gustó mucho a mis compañeros. Me regalaron dos broches, una señal para libros y dos libros. Ahora quisiera contar algunas cosas sobre las clases y el colegio, comenzando por los alumnos. Betty Bloemendaal tiene aspecto de pobretona, y creo que de veras lo es, vive en la Jan Klasenstraat, una calle al oeste de la ciudad, que ninguno de nosotros sabe dónde queda. En el colegio es muy buena alumna, pero sólo porque es muy aplicada, pues su inteligencia va dejando que desear. Es una chica bastante tranquila. ” - Diario de Ana Frank
La segunda persona poco usada en la Antigüedad, pero más frecuentemente en nuestros días, la segunda persona (tú) es como un desdoblamiento de la primera persona. Puede resultar, incluso, más íntima que aquella, porque parece que el narrador se habla a sí mismo; parecería entablarse un diálogo-monólogo del personaje consigo mismo.
Fragmento Aura de Carlos Fuentes:
“Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recámara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Sólo falta tu nombre. Sólo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero. Se solicita Felipe Montero, antiguo becario en la Sorbona, historiador cargado de datos inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares, novecientos pesos mensuales. Pero si leyeras eso, sospecharías, lo tomarías a broma. Donceles 815. Acuda en persona. No hay teléfono. ” — Aura de Carlos Fuentes
La tercera persona (él, ella, ellos, ellas) ha sido, durante siglos, la más utilizada para contar todo tipo de relatos, desde los grandes poemas épicos hasta fábulas y novelas. El narrador en tercera persona puede estar más o menos alejado de los personajes y de la historia
Fragmento Momo de Michael Ende:
“En los viejos, viejos tiempos cuando los hombres hablaban todavía muchas otras lenguas, ya había en los países ciudades grandes y suntuosas. Se alzaban allí los palacios de reyes y emperadores, había en ellas calles anchas, callejas estrechas y callejuelas intrincadas, magníficos templos con estatuas de oro y mármol dedicadas a los dioses; había mercados multicolores, donde se ofrecían mercaderías de todos los países, y plazas amplias donde la gente se reunía para comentar las novedades y hacer o escuchar discursos. Sobre todo, había allí grandes teatros. Tenían el aspecto de nuestros circos actuales, sólo que estaban hechos totalmente de sillares de piedra. Las filas de asientos para los espectadores estaban escalonadas como en un gran embudo. Vistos desde arriba, algunos de estos edificios eran totalmente redondos, otros más ovalados y algunos hacían un ancho semicírculo. Se les llamaba anfiteatros. ” — Momo de Michael Ende
• El tesoro de las palabras
El libro de Guijosa e Hiriart, Taller de escritura creativa, del que he tomado varias ideas para este texto, menciona que hay que ampliar el vocabulario. Para esto existen diccionarios de sinónimos, mexicanismos etc. Es indispensable que los tengas en casa. De esta manera puedes tomar vuelo y dejarte llevar a las profundidades de esas palabras maravillosas que enriquecerán tu historia. Curarán esa graciosa enfermedad de repetir las palabras una y otra vez.
Otra cosa en la que debes de tener mucho cuidado, es escribir con palabras demasiado rebuscadas. Lo único que ocasionarás es poca fluidez, ¡úsalas!, pero con precaución y en el momento que de verdad se requiera. Parece complicado, pero es cuestión de práctica.
• El detalle
“Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre” Este cliché queda perfecto, ya que si atiborramos de detalles, el lector se perderá en ese mar. Pero si lo balanceamos quedará perfecto.
Las oraciones muy largas pueden hacer que utilices demasiados verbos pero qué crees, el sujeto puede perderse y de esta manera no se entenderá tu oración. Realiza oraciones simples. Recuerda lo básico, sujeto/predicado y sus componentes. Después saltarás a las oraciones coordinadas y subordinadas.
Utiliza lo menos posible los clichés “Más negro que la noche, en bocas cerradas no entran moscas etc.” Piensa cómo lo podré decir, de que otra manera se lo transmitiré a mi lector. Trata de que tu punto de vista fluya, apóyate en las figuras literarias.
Recuerda si deseas hacer un pozole, tienes que saber cuales son los ingredientes y ponerlos de manera balanceada. Si le pones mucho de todo sabrá asqueroso. Es lo mismo con la escritura. Así que… paciencia, el aprendizaje es progresivo y tú tienes tu tiempo y tu espacio en este gran universo.
Suscríbete a mi lista de correos, para compartir contigo nuevos cuentos, artículos o libros que publique por aquí.